En el marco del Día de la Enfermería en Argentina, Océano Medicina Magazine dialogó con Celina Esteban, primera mujer trans.
Después de obtener el título de enfermera en la Escuela Superior de Enfermería Cecilia Grierson, Celina Esteban se anotó en las residencias y concurrencias de la Ciudad de Buenos Aires. Rindió un examen y, gracias al puntaje que obtuvo, pudo elegir la residencia de Enfermería General Integral y Comunitaria.
Celina realizó la residencia en el CeSAC Nº 7, un establecimiento de diagnóstico, tratamiento y atención médica que pertenece al área programática del Hospital Santojanni. Luego de tres años de intenso trabajo y estudio, decidió postularse como jefa de residentes. Uno de los requisitos era tener un promedio de 8 o más y presentar un proyecto. Ella cumplió con ambas exigencias.
También, fue elegida para ocupar el cargo por sus colegas enfermeras. “Mis compañeras siempre me apoyaron, siempre supieron de mi compromiso con el trabajo, con la enfermería. Saben cómo fui como compañera. Siempre les brindé mi ayuda”, comenta.
Sin embargo, ese momento, que debía ser de plena felicidad, se convirtió en el inicio de una serie de actos discriminatorios de parte de una profesional de cargo jerárquico del área de residencia, que no estaba de acuerdo con su designación.
Para denunciar la situación, Celina realizó varios reclamos en la Defensoría del Pueblo, la Defensoría LGTB, y el Ministerio Público Fiscal. “Si no hubiera hecho las denuncias, si no hubiera sido tan fuerte no hubiera podido acceder a la jefatura”, detalla.
El Ministerio de Salud se manifestó a su favor y recomendó al hospital alejar a la persona que estaba ejerciendo esos actos de violencia contra Celina. Ahora, ella está esperando que el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) se exprese sobre el caso.
Celina cuenta que le genera mucha incertidumbre saber qué pasará cuando termine la jefatura, que dura solo un año. “El sistema tendría que absorber a las enfermeras que terminan las residencias, pero no es así. Y a mí me va a costar aún más, porque todo siempre me cuesta el triple, por más que de que se haya aprobado el cupo laboral travesti/trans. La verdad es que todavía no conozco a nadie que haya sido contratado para cumplir ese cupo”, relata.
Pero no pierde la esperanza de poder seguir desempeñándose dentro del sistema de salud, en la profesión que le apasiona, que es la enfermería.
-Tenía varias cosas en mi cabeza. Yo soy una mujer trans y he vivido muchas situaciones que me hicieron inclinarme por determinadas carreras. Primero pensé en estudiar Psicología, porque a mí la terapia me ayudó mucho. Después, Abogacía, porque para la hormonización había que pasar por abogados que te representaran ante un juez que decidiera sobre tu cuerpo. Pero, cuando tenía entre 15 y 16 años empecé a pensar en la enfermería. A esa edad comencé a trabajar en geriátricos, aunque no necesitara hacerlo porque me mantenían mis padres.
En los geriátricos me resultaba muy gratificante el afecto que me daban los adultos mayores. Inclusive más que el sueldo. Trabajé durante varios años en ese tipo de instituciones donde tenía compañeras enfermeras que me fueron guiando para que yo pudiera aprender a hacer diferentes tareas, como dar inyectables y hacer curaciones. Entonces, me empezó a encantar el tema de aliviarles el dolor a las personas y, al mismo tiempo, estar presente siempre que lo necesitaran.
Otra persona que me inspiró para que estudiara fue mi hermana mayor, que se había recibido de enfermera.
Cuando me anoté en la Escuela Cecilia Grierson, en el año 2014, y empecé las prácticas, dije: “sí, esto es lo mío”. Me costó mucho terminar los estudios, tanto secundarios como terciarios. Sufrí discriminación de profesores y compañeros. Además, tenía una situación económica difícil. Pero pude completarlos, con mucho esfuerzo.
-Hoy en día soy enfermera con especialización en atención primaria y lo tomo como un desafío porque siempre había tenido prácticas más vinculadas con lo asistencial, nada comunitario. Y la verdad es que me encanta trabajar con la comunidad porque le permite a una formar parte de la vida de las personas. Tenemos un trabajo interdisciplinario desde el trabajo social, con las áreas de psicología y medicina. Acercamos la salita al barrio y trabajamos articuladamente con referentes de los comedores comunitarios. Realizamos, también, postas de salud. Ahora estamos organizando una para la comunidad travesti/trans.
-Vamos a hacer controles de talla y peso, tensión arterial, glucemia. Además, vamos a aplicar vacunas y establecer planes de alimentación. También, realizaremos testeos rápidos de ITS, pero la posta no estará solo enfocada en estos testeos, porque siempre se asocia al colectivo trans/travesti con las ITS y no es así.
La idea es poder articular con las médicas para darles a las y los pacientes turnos que les resulten cómodos y que, de esta forma, puedan acceder al sistema de salud de una vez por todas. El sistema de salud ha sido expulsivo con ellas y ellos. Nosotras buscamos transmitirles el mensaje de “te vamos a tratar bien”.
Como es sabido, muchas de las personas travestis/trans son echadas de sus casas y se ven obligadas a ejercer la prostitución. Generalmente, trabajan en horario nocturno y no se acercan al centro de salud a la mañana porque están durmiendo o recién terminan de trabajar.
-No. Hace falta educación y sensibilización, que se conozcan las leyes y se respeten. En el país contamos con organizamos antidiscriminatorios, como el INADI, que no tienen marco jurídico. Entonces, ¿cuáles son las penas que recibe la gente que comete actos discriminatorios, ya sea profesional de la salud o de otro ámbito? Las sanciones deberían ser mayores en estos casos. Por ejemplo, que se abra un sumario administrativo. No puede haber enfermeras, enfermeros, médicas o médicos que maltraten, sean expulsivos o hagan sentir incómoda a una persona mientras están cumpliendo sus funciones laborales. No debe pasar con pacientes ni con colegas.
– Que sigan adelante, porque esta carrera vale la pena. Lamentablemente, nuestros derechos son vulnerados desde lo económico, de hecho, no somos considerados profesionales, después de tanto estudio y residencias. Pero vale la pena, si es lo que a uno/a le gusta realmente. Es hermoso poder ayudar al otro, en especial desde el punto de vista comunitario.
– Que estudien, porque es la única herramienta que tenemos para salir de todo lo malo, de la calle, de los vicios. Tienen que animarse a hacerlo porque todas y todos podemos llegar a donde queremos; que utilicen las herramientas que tenemos, aunque a veces tengamos miedo de hacerlo. No solamente por ellas, sino por las que vienen atrás. Las generaciones anteriores del colectivo travesti/trans nos facilitaron muchas cosas, derechos por los cuales lucharon y dejaron, incluso, la vida. Entonces, tenemos herramientas y derechos ganados. No tengan miedo de denunciar, no se dejen amedrentar por compañeras/os que las señalen y enfóquense porque cada vez vamos a ir ocupando más lugares.
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