La mucormicosis y la aspergilosis pulmonar invasiva son algunas de las coinfecciones fúngicas más frecuentes.
Recientemente, se confirmó en Argentina la primera muerte por mucormicosis (hongo negro). La víctima es un paciente de 35 años que había tenido COVID-19 y presentaba antecedentes de diabetes. En pacientes con COVID-19, hay varios factores que facilitan el desarrollo de coinfecciones fúngicas:
Según el Centro de Micología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, se registraron al menos otros tres pacientes con mucormicosis pero, afortunadamente, sin el mismo desenlace. También, se detectaron casos en India, Uruguay, Estados Unidos, Brasil, México, España, Italia, Austria e Irán.
La mucormicosis no es la única infección fúngica que pueden atravesar los pacientes con COVID-19. Investigadores y médicos terapistas argentinos publicaron los resultados de un estudio sobre aspergilosis pulmonar invasiva asociada a COVID-19, coinfección que se denomina con las siglas CAPA.
La mucormicosis es un tipo raro de infección que se produce por exposición a hongos llamados mucormicetos. En general, estos se encuentran en el medio ambiente; particularmente, en las hojas, el suelo, el abono y el estiércol de los animales. Los mucormicetos pueden ingresar al cuerpo a través de la inhalación y las heridas expuestas en la piel.
Existen diferentes tipos de mucormicosis, incluida la mucormicosis rinocerebral, pulmonar, gastrointestinal y cutánea.
Los síntomas de la mucormicosis relacionados con las vías respiratorias incluyen:
En tanto, los síntomas relacionados con la piel, que pueden extenderse a cualquier parte del cuerpo, son los siguientes:
La mucormicosis no es contagiosa y la mayoría de las personas que entran en contacto con los hongos no desarrollan la infección. Sin embargo, las personas con sistemas inmunitarios gravemente debilitados tienen un mayor riesgo de padecerla. Esto incluye a pacientes con diabetes, cáncer, HIV, lesiones en la piel y cirugías.
Los médicos pueden tratar la infección administrando medicamentos antimicóticos o realizando una cirugía para extirpar el área afectada. Si no se trata, la mucormicosis puede ser fatal, con una tasa de mortalidad del 54%, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
La aspergilosis invasiva causa a nivel mundial más de 1,6 millones de muertes por año y es producida por los hongos Aspergillus spp. En diferentes países europeos se reportó que afecta a un tercio de los pacientes en estado crítico por COVID-19.
“Aspergillus en un agente capaz de aumentar la morbimortalidad de estos pacientes. Por ello, la detección precoz es clave para un tratamiento oportuno”, expresó a la agencia CyTA María Luján Cuestas, jefa del grupo de micología del Instituto de Investigaciones en Microbiología y Parasitología Médica (IMPaM), que depende de la UBA y del CONICET.
La investigadora del CONICET destacó que aún no existen estudios que documenten con exactitud la prevalencia de CAPA en Argentina. Sin embargo, se podría estimar en forma preliminar que sería menor al 10%.
Debido a la corta historia de la COVID-19, aún se desconoce el verdadero impacto de CAPA en la morbimortalidad. Para comprender las características epidemiológicas y clínicas de esta coinfección, investigadores del IMPaM y médicos terapistas del Hospital Nacional Posadas, en la Provincia de Buenos Aires, realizaron estudios en profundidad a cinco pacientes diagnosticados con CAPA, de entre 23 y 69 años, internados en estado crítico en la unidad de cuidados intensivos (UCI).
Los resultados del estudio se publicaron en Medical Mycology Case Reports.
Las enfermedades subyacentes en esos pacientes eran leucemia, diabetes, obesidad, hipertensión arterial, tabaquismo y enfermedad pulmonar crónica. En el momento de diagnosticarse CAPA, presentaban distrés respiratorio moderado a grave pero ningún tipo de inmunosupresión, a excepción de un paciente oncohematológico.
Los pacientes fueron tratados con medicación antifúngica: voriconazol o anfotericina B. La respuesta en la mayoría de los casos fue satisfactoria.
Los autores de la investigación comprobaron que CAPA era diagnosticada con una media de 14.5 días (10-20 días), luego de que los pacientes comenzaran con los síntomas de la COVID-19. También, después de aproximadamente 6 días (2-13 días) de haber sido trasladados a la terapia intensiva.
Entre los factores que podrían explicar la alta frecuencia de aspergilosis invasiva en los pacientes con COVID-19 en estado crítico se incluyen el daño en el epitelio respiratorio, una defectuosa actividad mucociliar y una respuesta inmune disfuncional, todos como consecuencia de la infección con el SARS-CoV-2.
Los investigadores del estudio señalan que es importante que la aspergilosis sea tenida en cuenta como sobreinfección posible en los pacientes críticos con COVID-19. Ante la sospecha clínica se deberían maximizar los esfuerzos para realizar el diagnóstico de modo de instaurar un tratamiento oportuno efectivo. El avance de esta infección podría estar asociado a un peor pronóstico o a una evolución clínica desfavorable del paciente.
Current Developments in Nutrition Pilot and Feasibility Studies OMS
Suscripción exitosa
¡Muchas gracias por suscribirte
a nuestro newsletter!