Hoy, 26 de marzo, se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Cáncer de Cuello Uterino.
Hoy, 26 de marzo, se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Cáncer de Cuello Uterino, con el fin de establecer acciones de concientización sobre la importancia de que las mujeres se efectúen controles ginecológicos para evitar diversas enfermedades, entre ellas, la mencionada.
El cáncer de útero es, a nivel mundial, el sexto cáncer más frecuente entre las mujeres. El promedio de edad al diagnóstico es de 63 años, pero más del 90% de los casos se diagnostican en mujeres mayores de 50 años.
Debido a esta patología, según cifras de 2018, ese año se detectaron 382.000 nuevos casos y se notificaron 89.900 muertes. La mayoría de las veces, los decesos ocurren por demoras en el diagnóstico.
De acuerdo con datos de un artículo de la revista Nature, las mujeres que experimentan sangrado posmenopáusico y realizan una consulta médica inmediata suelen tener un buen pronóstico. Sin embargo, aquellas que no lo tratan a tiempo tienen una baja tasa de supervivencia. Solo el 15% logra sobrevivir más de 5 años. Por lo tanto, es evidente que se necesitan, con urgencia, nuevas estrategias para facilitar el diagnóstico temprano.
El sangrado posmenopáusico es el principal síntoma del cáncer de útero. Aunque solo entre un 5% y 10% de las mujeres que lo experimentan tienen, efectivamente, cáncer. No obstante, deben someterse a una serie de estudios invasivos para descartarlo entre los que se incluyen: ecografía transvaginal secuencial, histeroscopia ambulatoria y biopsia endometrial.
Esta vía de diagnóstico tiene sus imitaciones. La ecografía transvaginal secuencial carece de especificidad como herramienta de clasificación. Por su parte, la histeroscopia ambulatoria y la biopsia endometrial pueden resultar fallidas, en su mayoría, por inconvenientes técnicos o porque las pacientes no toleran el dolor que les provoca y, por tanto, no pueden concretarse correctamente.
Estos inconvenientes redundan en que los especialistas soliciten a las pacientes nuevos estudios bajo anestesia general.
Frente a esta dificultad, investigadores de la Universidad de Manchester desarrollaron un innovador método que permite detectar en muestras de orina y flujo vaginal cuándo una paciente presenta indicios de cáncer de útero y cuándo no. Se trata de una técnica no invasiva, basada en citología y con alta precisión diagnóstica.
El estudio donde la técnica fue probada consistió en el análisis de 103 mujeres con diagnóstico de posible cáncer y 113 con hemorragia posmenopáusica inexplicable.
De acuerdo con los investigadores, la citología urinaria y vaginal tuvo una sensibilidad combinada del 91,7% y una especificidad de 88,8% para detectar el cáncer ginecológico.
Entre las 103 pacientes con diagnóstico de posible cáncer, la citología identificó 91 casos de cáncer de endometrio, dos de trompas de Falopio y uno de cuello uterino. Entre las 113 mujeres con hemorragia posmenopáusica inexplicable, la citología identificó casos de cáncer de endometrio (4), cáncer de cuello uterino (1), cáncer ovárico (1) y cáncer de vejiga (1). La tasa de falsos positivos fue de 11,2%.
Las 216 mujeres proporcionaron al menos una muestra urogenital. La hematuria (sangrado en orina) microscópica fue más común en mujeres con cáncer ginecológico que en aquellas sin cáncer (77% versus 56%, p=0,04).
Las células de cáncer de útero aparecieron como grupos de células glandulares hipercromáticas con núcleos grandes y atípicos.
La citología positiva se observó con más frecuencia en muestras vaginales (tasa de detección de cáncer de útero de 90%) que en muestras de orina (tasa de detección de cáncer de útero de 72%).
De las 103 mujeres con cáncer de útero, la citología urinaria y/o vaginal expresó resultado positivo en 94 casos. Los 9 restantes fueron negativos, tanto en la citología urinaria como vaginal.
Dos pacientes con sospecha de cáncer de útero y citología vaginal positiva (una de ellas con citología de orina también positiva) fueron diagnosticadas con adenocarcinomas serosos de alto grado de las trompas de Falopio en estadio 1a de FIGO y estadio 3b de FIGO, respectivamente.
A otra paciente con sospecha de cáncer de útero y citología vaginal y urinaria positiva se le diagnosticó un adenocarcinoma de cuello uterino mal diferenciado en estadio 1b de la FIGO.
De las 113 mujeres con sangrado posmenopáusico inexplicable, solo 7 presentaban indicios de cáncer. En la mayoría de los casos, el sangrado se atribuyó a atrofia vulvovaginal (34,5%) o pólipos benignos (32,7%). En una minoría significativa de casos, no se encontró una causa subyacente (18,6%).
Revista Science OEA
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