Investigan cómo la epilepsia activa formas de reorganización en el cerebro que le permiten sostener ciertas funciones como el reconocimiento de las emociones.
En algunos casos, la epilepsia puede dificultar la identificación y clasificación de las emociones básicas expresadas a través del lenguaje. Por eso, un equipo de investigadores del Conicet utilizó la prosodia emocional como marcador para determinar qué mecanismos activa el cerebro para mantener su actividad en momentos de crisis epilépticas. Los resultados del estudio se publicaron recientemente en la revista Cortex.
La prosodia emocional es una subfunción del lenguaje que consiste en la capacidad de generar y reconocer emociones a través del habla. En el cerebro humano, se activa en el giro temporal superior derecho, una zona de conflicto cuando se origina una situación de epilepsia, pues se generan cambios en la actividad eléctrica del cerebro.
La investigación se desarrolló en la Unidad de Epilepsia del Hospital de Alta Complejidad El Cruce Néstor Kirchner, de la ciudad de Florencio Varela, en Buenos Aires. Incluyó experimentos de resonancia magnética en 38 pacientes con epilepsia del lóbulo temporal que presentaban un tipo de epilepsia llamada “refractaria”, es decir, resistente a los medicamentos. Por lo tanto, eran candidatos a procesos quirúrgicos.
Los participantes se dividieron en 3 grupos: 19 personas, que presentaban epilepsia del lóbulo temporal derecho formaron un grupo y otras 19, que tenían epilepsia del lóbulo temporal izquierdo, conformaron otro. Un tercer grupo, el de control, estuvo formado por 20 personas sin epilepsia.
El propósito del estudio fue observar la activación de la prosodia en los tres grupos evaluados. Para ello, una vez en el resonador, cada paciente escuchaba a un actor que pronunciaba diferentes números en entonaciones que expresaban diversas emociones (alegría, miedo, ira) y utilizaba un teclado para indicar qué emoción le enviaba el estímulo sonoro.
Una vez que se tuvieron los resultados conductuales de los pacientes de cada uno de los grupos, se realizó un análisis estadístico y se observó que no había diferencias significativas en las respuestas, ni en las emociones percibidas ni en el tipo de reacción, es decir la capacidad de comprender, la precisión y la velocidad en la respuesta eran las mismas.
“Sin embargo, cuando analizamos las neuroimágenes, encontramos que los pacientes con epilepsia izquierda y los del grupo control tenían activaciones similares, mientras que los que padecen epilepsia derecha presentaban una activación distinta (…)”, comentó Bautista Elizalde Acevedo, becario del CONICET y primer autor de la publicación.
Como se mencionó más arriba, la prosodia es una función del hemisferio cerebral derecho. Por lo tanto, el único grupo que está afectado es el de los pacientes que sufren epilepsia del lóbulo derecho. En ese sentido, Lucía Alba Ferrara, investigadora del CONICET y también autora del estudio, señaló: “Las personas que tienen epilepsia izquierda se comportan igual que el grupo control, reclutando las regiones típicas de esta tarea”.
Sí pueden hacerlo. Las y los investigadores notaron que aquellas personas que tenían comprometida el área de la prosodia podían reconocer a la perfección emociones en las expresiones lingüísticas. ¿Cómo lo hacían? Utilizando zonas que no son típicas para hacer esa tarea. Es decir, implementaron otras redes, otras áreas contralaterales del cerebro para suplir la zona dañada.
Con esta investigación, las y los autores aportaron nuevas nociones respecto de la plasticidad del cerebro y sus mecanismos de reorganización. Al tener dañados algunos de sus circuitos, este órgano tiene la capacidad de regenerarse y rearmar nuevas redes neuronales que le permitan suplir fallas y que las funciones cognitivas se desarrollen adecuadamente.
Otra aspecto destacable del estudio es que se tomó una función como la prosodia que no ha sido muy estudiada todavía.
Por otro lado, las y los investigadores subrayan la utilidad del mapeo cerebral como herramienta para hacer el planeamiento quirúrgico y saber de antemano cuáles son las áreas del cerebro que se podrían tocar y cuáles no en una operación. También, cuáles pueden ser las secuelas de determinada cirugía para evitarlas. Ese planeamiento quirúrgico se podría aplicar para cualquier otra patología que dañe al cerebro.
La primera parte del estudio demuestra los mecanismos de plasticidad generados por la epilepsia. En un trabajo posterior, el objetivo de las y los investigadores será ver cómo la cirugía tal vez pueda disparar o no otros mecanismos de plasticidad.
El trabajo tiene una línea a futuro que consiste en analizar qué sucede después de una cirugía cerebral. Por lo tanto, se observará cómo los mismos pacientes reaccionan luego de ser operados.
OMS
Conicet
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