Esteban Rowensztein, secretario del Comité de Pediatría Ambulatoria de la SAP, hace un llamado a tratar a los niños, niñas y adolescentes desde una perspectiva integral
Esteban Rowensztein, secretario del Comité de Pediatría Ambulatoria de la SAP, hace un llamado a tratar a los niños, niñas y adolescentes desde una perspectiva integral
María Gabriela Fernández B.
Alrededor de 15 mil niños y niñas fallecieron diariamente en el mundo durante 2016 antes de cumplir cinco años. Ese registro fue publicado a finales de 2017 en un informe de la Organización de las Naciones Unidas, donde se alerta que, de continuar la tendencia, 60 millones de niños menores de 5 años morirán entre 2017 y 2030.
Más de dos tercios de estos fallecimientos podrían evitarse con la aplicación de medidas preventivas de alimentación e higiene, promoción de la lactancia y una atención pediátrica regular, orientada a distinguir a tiempo y a tratar cualquier posible sintomatología.
Para destacar la importancia del cuidado médico especializado en la salud de los niños, niñas y adolescentes se celebró este 20 de octubre en Argentina el Día Nacional del Pediatra. En una fecha que conmemora la fundación de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), creada en 1911.
En este contexto, el doctor Esteban Rowensztein, médico pediatra y secretario del Comité de Pediatría Ambulatoria de la SAP, conversó con Océano Medicina sobre los retos actuales de la pediatría ambulatoria en el país y destacó el papel de acompañantes que deben desempeñar los profesionales de la salud durante la infancia y adolescencia de sus pacientes.
— En los tiempos que corren ¿cuál es el rol del pediatra en el acompañamiento de la salud del niño y adolescente?
Los y las pediatras cumplimos un rol muy importante acompañando a los niños, niñas y adolescentes en un período determinante de sus vidas, que va desde su nacimiento hasta la llegada a la adultez, a lo largo del cual se van presentando distintas situaciones de muy diversa índole. Ocupamos un lugar estratégico en el seno de las familias, quienes depositan su confianza en nosotros. Somos testigos privilegiados de momentos muy especiales en la vida de las personas. Trabajamos con sujetos que se encuentran en pleno proceso de constitución, y que son siempre, pero sobre todo en los primeros tiempos, muy dependientes de los cuidados, de la alimentación, del amor, del sostén emocional y de la contención que reciban de los otros, sobre todo, de sus cuidadores primarios.
A diferencia del mundo de los adultos, en el cual la ausencia de cambios habla de un buen estado de salud, en la infancia y en la adolescencia ocurre lo contrario. Salud es sinónimo de cambio. Y si no ocurren determinados cambios a lo largo del tiempo, estamos en problemas. Estos cambios que van ocurriendo los entendemos en términos de procesos. Y gran parte de nuestra labor consiste en acompañar estos procesos, e ir constatando que los mismos se vayan dando adecuadamente. Y cuando esto no ocurre, debemos intervenir sutilmente para favorecer que ocurran, respetando y considerando la singularidad, los tiempos y las formas particulares de cada niño o niña y su familia. Los y las pediatras debemos tener una gran sensibilidad, dado que muchas de estas cuestiones se expresan en pequeños detalles, y tenemos que estar muy atentos para poder detectarlos. Por esto es que si bien los y las pediatras somos los médicos de niños, niñas y adolescentes, en rigor de verdad, atendemos a las familias, dado que no se pueden pensar los problemas de los niños/as escindidos de su familia y de su contexto, que los y las determina.
— En cuanto a pediatría ambulatoria se refiere, ¿cuáles son actualmente los motivos más frecuentes en las consultas?
La pediatría ambulatoria refiere a todos aquellos actos médicos que involucran a niños, niñas y adolescentes que ocurren fuera de las salas de internación, por lo que se constituye un altísimo porcentaje de las acciones relacionadas con la salud en las cuales los niños y las niñas son parte. Los motivos de consulta en pediatría ambulatoria varían significativamente según las distintas épocas del año. En otoño y en invierno prevalecen los problemas respiratorios asociados al frío, como bronquiolitis, gripe y neumonía, en primavera, las alergias y ciertos problemas respiratorios, mientras que en épocas de calor las consultas están más relacionadas con cuadros digestivos como diarreas. Aunque a raíz de los cambios climáticos que se vienen dando en los últimos tiempos, la realidad es que en todas las épocas del año recibimos consultas sobre problemas que clásicamente corresponden a otra estación.
Otros motivos de consulta frecuentes son dudas acerca del desarrollo, la alimentación, cuestiones de crianza, etcétera. Y a lo largo de todo el año, realizamos el control en salud de los niños, niñas y adolescentes que tiene una importancia fundamental para que puedan crecer sanos y felices.
—¿Por qué es importante fomentar el “control del niño sano”?
El control del niño sano es, podríamos decir, el acto médico fundamental del pediatra ambulatorio. Si bien por supuesto atendemos a los niños y niñas cuando surgen problemas de salud, la instancia del control en salud de los niños y niñas (o “control de niño sano”) es vital dado que es allí donde se trabajan cuestiones fundamentales en relación con la prevención y la detección oportuna de problemas en distintos aspectos. No todo es pesar y medir a los niños, como muchas veces se cree que es el control en salud. De hecho, tanto el examen físico como pesar y medir, representan una pequeña parte de la consulta. El resto, en gran medida, consiste en escuchar la narrativa del paciente y su familia; y, si estamos atentos, allí podremos detectar distintas problemáticas que subyacen, y que si son abordadas a tiempo, muchas veces permite anticiparnos a que problemas más importantes ocurran.
También en el ámbito del control en salud se trabajan cuestiones relacionadas con el establecimiento de hábitos saludables en cuanto a la alimentación, a la importancia de la actividad física, al cuidado del propio cuerpo, del cuerpo del otro, y al respeto por la diversidad. Y se abordan también otros aspectos como el sueño, la alimentación, los límites, la crianza, el uso de pantallas y, entre otros temas, el lugar del juego en la infancia, muy dejado de lado últimamente. Se ve frecuentemente en el consultorio, atendiendo a familias de distintos niveles socioeconómicos, que los niños y las niñas, por diferentes motivos, cada vez juegan menos. El tiempo del que disponen para jugar libremente es cada vez menor, lo cual sumado al uso de pantallas (como Tv, teléfonos celulares o tabletas) genera que los niños y las niñas pierdan -sin ser visibilizado ni problematizado por los padres y las madres- algo que es fundamental en la infancia: el juego. La infancia, por definición, es tiempo de juego. Y nosotros como pediatras debemos estar allí remarcando la importancia que tiene el juego para los niños y niñas, defendiendo su derecho a jugar.
—¿Cuáles diría que son los retos actuales más resaltantes a los que se enfrenta el profesional de pediatría ambulatoria?
En épocas en las cuales casi todo se mide en términos económicos, de productividad, la realidad sanitaria que nos toca vivir a los y las pediatras no escapa a esta lógica. Consultas de corta duración, mal remuneradas, en un sistema de salud muchas veces desbordado y en ocasiones expulsivo, hace que sea muy difícil ejercer la medicina como corresponde. ¿Y qué es lo que corresponde? Poder pensar a cada niño y cada niña como un sujeto único, inmerso en una trama relacional, en un contexto social, económico, político y cultural determinado, considerando que quien es y lo que le pasa, resulta de la compleja interacción entre su biología y el ambiente en el que estuvo y está inmerso, así como también de las experiencias que ha vivido y que va viviendo. Pensar el proceso salud-enfermedad desde la complejidad nos evita caer en reduccionismos y simplificaciones. Los niños y las niñas no funcionan como máquinas pequeñas.
Por otro lado, el alto impacto que tienen los problemas socioeconómicos en el contexto actual, hace que las intervenciones posibles desde la pediatría en muchas ocasiones no puedan modificar sustancialmente la situación de salud-enfermedad de los niños, niñas y sus familias. Hay muchos otros determinantes sociales y ambientales de la salud sobre los cuales como pediatras, en el uno a uno, por lo general no tenemos posibilidades de modificar.
—Recientemente, la Secretaría de Salud emitió una alerta sobre el aumento de casos de sarampión en la Provincia de Buenos Aires ¿qué deben hacer los pediatras ambulatorios ante posibles síntomas o para promover la prevención de esta enfermedad?
El resurgimiento de ciertas enfermedades como el sarampión, requiere de acciones urgentes a distintos niveles del sistema de salud, trabajando en forma articulada con otros sectores como educación, para controlar la posible expansión de las mismas. Los y las pediatras ambulatorios tenemos un rol fundamental en este sentido. En primer lugar, en lo que respecta a la prevención, asegurar una alta cobertura de vacunación en la población es la mejor herramienta con la que contamos para prevenir el contagio y evitar la circulación del virus. Para esto, debemos verificar el estado de vacunación y garantizar el cumplimiento del Calendario Nacional de Vacunación en toda la población y en el personal de salud en particular. Específicamente respecto al sarampión, debemos corroborar que todos los niños y niñas mayores de 5 años tengan las 2 dosis obligatorias de vacuna triple viral que les corresponden por calendario. Y aquellos niños y niñas que tengan entre 13 meses y 4 años y 11 meses, deben recibir una 2da dosis de vacuna contra el sarampión y la rubeola (además de la dosis obligatoria de los 12 meses) entre el 1 de octubre y el 30 de noviembre como parte de la campaña que se está llevando a cabo en este momento, así como también en determinadas regiones, se deben vacunar bebés con edades comprendidas entre los 6 y 11 meses.
El otro aspecto fundamental es la detección precoz de casos sospechosos de sarampión para su manejo adecuado, bloqueo de contactos y seguimiento. Para esto, la sugerencia a la población es que si su hijo o hija presenta fiebre y erupción en la piel, consulten en forma urgente al centro de salud más cercano para la evaluación clínica y manejo que corresponda a cada caso. El o la pediatra se ocupará del resto.
—¿Cómo debe actuar el pediatra ante casos de maltrato infantil cuando sus signos son visibles en las consultas?
Situaciones de maltrato físico o psicológico que tienen como víctimas a niños, niñas y adolescentes, lamentablemente se ven muy a menudo. Son situaciones tremendas de vulneración de derechos que nos interpelan en lo individual y como sociedad. Los y las pediatras debemos velar porque los derechos de niños, niñas y adolescentes se cumplan. Somos una suerte de abogados defensores de ellos y ellas. La evaluación de estas situaciones idealmente debe ser llevada a cabo por equipos interdisciplinarios compuestos por profesionales de las áreas de salud mental y trabajo social, además de pediatras, y las medidas que se tomen deben ser analizadas caso por caso, teniendo siempre presente que si la fuente de agresión es un conviviente se deben tomar medidas urgentes para resguardar al niño o niña y evitar que esta situación se vuelva a repetir. Debemos tener claro que por sobre todas las cosas debemos proteger y perseguir el interés superior del niño y de la niña.
Dr. Esteban Rowensztein
Médico pediatra
Médico con especialización en Pediatría en la Universidad de Buenos Aires. 2006.
Beca de perfeccionamiento en pediatría en el Hospital Juan B Garraham. 2006-2008.
Médico de Planta del Hospital de Niños “Dr. Ricardo Gutiérrez”. 2013-actualidad.
Secretario del Comité de Pediatría Ambulatoria de la Sociedad Argentina de Pediatría.
Coordinador del Curso “Miradas e Interrogantes en torno al Desarrollo Infantil”
Pediatra certificado por la Sociedad Argentina de Pediatría
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