El investigador Guillermo Velázquez participó en la elaboración del Índice de Calidad de Vida disponible en la web del CONICET
Conocer las características sociales y económicas de las comunidades en las que ejercen su profesión, permite a las y los profesionales de la salud aproximarse de una forma más integral al abordaje de los contextos y necesidades médicas de sus pacientes.
Así lo asegura el investigador superior del CONICET Guillermo Velázquez, quien trabaja en el Instituto de Geografía Historia y Ciencias Sociales y fue uno de los encargados de elaborar el Índice de Calidad de Vida del CONICET.
Este índice caracteriza y valora la información recabada por este organismo científico sobre las condiciones de vida de las personas que residen en los más de 52 mil radios censales en lo que se divide la Argentina. La data relevada se encuentra disponible en la web del CONICET, a través de un software que ilustra en un mapa didáctico el índice de cada uno de los territorios.
Velázquez trabaja desde hace más de dos décadas en el estudio de la calidad de vida desde una perspectiva geográfica y fue entrevistado por Océano Medicina para conocer la información sanitaria que encontraron y destacar la importancia de esta data para quienes componen en sistema de médico y de salud.
-¿Cómo hicieron la medición del más reciente Índice de Calidad de Vida? ¿Cuáles factores tomaron en cuenta?
-Hace más de 20 años que venimos trabajando con este tipo de información. Antes, lo trabajábamos en escala de departamentos (que son 510 mil) y lo que hicimos últimamente fue pasarlo a nivel de radios que son 52.408 unidades o polígonos, con un valor numérico que es el índice de calidad de vida. Este índice refleja una síntesis de los indicadores socioeconómicos, como la educación, salud y vivienda; y los ambientales, sobre problemas ambientales y de recursos. En total, suman más de 40 indicadores.
-La información la obtuvimos de distintas fuentes: Gran parte a partir de los datos censales que se elaboran desde los radios, y a eso le agregamos relevamiento de imágenes satelitales, trabajo de campo y otras fuentes indirectas como el Ministerio de Salud.
-¿Cuáles fueron los principales temas valorados como indicadores de salud?
-Para salud, nos centramos en la tasa de mortalidad infantil a escala de departamento y en el porcentaje de la población que posee cobertura por obra social o plan de salud.
-¿Cuáles vínculos hallaron entre estos indicadores de salud y otro tipo de indicadores sociales?
-Notamos una alta correlación entre casi todos los indicadores. De manera general, fue muy notorio que allí donde tenés tasas de mortalidad infantil más altas o más gente sin obra social, también vas a encontrar un contexto con carencias, más hacinamiento en los hogares, viviendas sin retretes, bajo nivel de instrucción o algún tipo de problemas ambientales.
-Llevándolo al mapa, ¿cuáles territorios fueron los más afectado en indicadores de salud dentro del territorio argentino?
-Los radios que mostraron una peor situación relativa son los ubicados en todo el norte grande de la Argentina. Sobre todo, Formosa y el Chaco, que es una zona de contacto entre el noreste y el noroeste, con alta presencia de vectores, y carencias de agua potable y viviendas.
-Su contraparte, en términos globales, es la Patagonia, como región. Sin embargo, si vas a la escala departamental, notablemente el departamento Mendoza Capital lidera el listado en cuanto a mejores condiciones.
-Algo que nos sorprendió es que en una distancia bastante corta, en Mendoza grande, encuentras radios con altísimos niveles junto con otros a pocos kilómetros donde los indicadores que se precipitan. Lo mismo ocurre en Capital Federal, donde se nota una diferencia importante entre comunidades a penas distanciadas por muy pocos kilómetros.
-¿Por qué sería importante que los profesionales de la salud conozcan el índice de calidad de vida de las comunidades donde ejercen la medicina?
-Es clave conocer el contexto social de los pacientes. Este tipo de data no solo te permite ahondar en el tema económico y ambiental, sino hasta en la cultura de las personas de esa comunidad. En el Norte, por ejemplo, el tema de las malas condiciones de vida y de salud no se relacionan únicamente a un tema médico, hay que sumarle un tema de mala vivienda o de pobre suministro de agua, y además influye el factor cultural y religioso. Puede ser necesario trabajar en comunidades donde directamente se desconfía de la medicina occidental y se recurre a métodos tradicionales. Este tipo de factores plantean un escenario que es necesario conocer para saber cómo actuar y a qué tipo de pacientes vas a atender.
-La data de esta encuesta les tiene que importar a las y los médicos y enfermeros para ejercer su profesión de forma más interdisciplinaria; pero no hay que olvidar que, de fondo, es un tema de políticas públicas. El sistema sanitario en general puede ayudar a achicar algunas de estas diferencias de salud, pero también tienen que ver con infraestructura, viviendas o tipos de hábitats y las medidas oportunas de precaución que deben tomarse. En Formosa, por ejemplo, hay veranos de 46 grados y hay ciertos vectores que en esos contextos prosperan con más facilidad que en un clima como el de la Patagonia.
-¿Hallaron en su estudio alguna relación territorial con la prevalencia de patologías específicas?
-No lo estudiamos directamente en este caso, pero sí te puedo confirmar que hay registros epidemiológicos que tienen que ver con las características de los territorios y la presencia de vectores de riesgos.
-Sobre factor de mortalidad infantil en Argentina ¿Cuáles fueron sus hallazgos en este estudio?
-En la Argentina hay un proceso histórico de reducción de la mortalidad infantil. La tasa promedio actual está por debajo de 20 puntos, es decir, 20 fallecidos por cada mil nacidos vivos durante un año. Sin embargo, este promedio puede llegar a superar los 40 puntos en el norte del país. Mientras que en otras zonas, como la Patagonia, esa tasa está debajo de 5. Así que vemos una relación de 8 a 1 en la probabilidad de que un nene muera antes de cumplir un año de acuerdo con el lugar donde nazca.
-Esto tiene que ver con temas médicos pero también, nuevamente, tienen estrecha relación con temas sociales y de accionar estatal. Hay estudios que han mostrado la relación estrecha entre factores como el nivel la educación de los padres y el riesgo de mortalidad infantil. Así, el riesgo de mortalidad infantil en familias con padres o madres que no tuvieron acceso a la alfabetización es entre 8 y 9 veces más alto que en familias donde tienen solo el primario culminado. Luego, el índice se continúa reduciendo de forma residual.
-Un nivel básico de instrucción permitiría a estos padres y madres comprender las instrucciones del médico, leer la prescripción de un medicamento o poder informarse sobre los cuidados preventivos básicos para la población infantil. Así que hay un sin número de circunstancias que están influyendo y, desde ya, debe haber una acción del sistema público y privado para mitigar esto.
-Es común pensar en la mortalidad infantil como un tema sobre todo biológico o relacionado únicamente con factores como el bajo peso al nacer. Esto de alguna forma es cierto pero, en la mayoría de los casos, el origen del problema es socioeconómico. Porque ese tema médico puede ser producto de malnutrición, de la poca accesibilidad a centros de salud para los controles médicos frecuentes, de la falta de higiene o atención oportuna durante el parto y otra serie de factores estructurales y culturales.
-¿Por qué recomendaría a profesionales e investigadores en salud revisar la mapa virtual con los resultados del índice de calidad de vida?
-Porque cada vez más es frecuente que la salud sea un tema que requiere de un abordaje interdisciplinario para el desarrollo de la ciencia.
– Me parece muy bueno que desde todas las áreas de la ciencia y, en este caso, la medicina, este tipo de estudio sirva de insumo para conocer las carencias y posibilidades de los lugares; y así, de alguna forma, influir en la gestión pública. La salud tiene mucho que ver con la calidad de vida porque cada vez más aspiramos como personas al derecho de una mayor esperanza de vida, en condiciones dignas y saludables.
*Dr. Ricardo Alberto Chercover. Obstetra y docente. Co-Director del Curso Superior de Administración y Gestión Hospitalaria y Gestión de Procesos Asistenciales.
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