La migraña es considerada por la Organización Mundial de la Salud como una enfermedad discapacitante por la intensidad del dolor que genera en quienes padecen sus episodios. Según los registros de este ente sanitario, esta variedad primaria de la cefalea suele aparecer en la pubertad y afecta principalmente al grupo entre los 35 y los 45 años de edad; además, es dos veces más frecuente entre las mujeres que entre los hombres.

Una investigación difundida en la revista científica Frontiers in Molecular Biosciences ha ahondado en las posibles causas que ocasionan esta disparidad de la manifestación de la migraña en función del género de quienes la presentan. De acuerdo con el estudio, las hormonas sexuales podrían ser las responsables de que las migrañas sean más frecuentes en pacientes femeninos por el efecto de los estrógenos en la señalización de los nociceptores.

Este estudio, que abre las puertas a una mayor comprensión de la enfermedad y al desarrollo de mejores alternativas terapéuticas, fue publicado poco antes del Día Internacional de Acción contra la Migraña, que se celebra cada 12 de septiembre para visibilizar la gravedad de esta patología, a menudo minimizada en entornos laborales y familiares.

La investigación fue elaborada por un equipo de la Universidad Miguel Hernández de Alicante y sugiere que las hormonas sexuales tienen efecto en las células que se encuentran alrededor del nervio trigémino, así como en los vasos sanguíneos conectados.

“Pudimos observar diferencias significativas en nuestro modelo experimental de migraña entre hombres y mujeres y estamos tratando de comprender estas diferencias”, explicó el profesor Antonio Ferrer-Montiel de la Universidad Miguel Hernández, de Alicante, quien ha dedicado junto con su equipo décadas de investigación a la temática que vincula las hormonas sexuales con la sensibilidad a la migraña.

Según precisa Ferrer-Montiel en el estudio, mientras hormonas como la testosterona parecen ejercer un efecto protector contra las migrañas en el organismo, la prolactina y el estrógeno parecen empeorar los episodios.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores reseñaron en primer lugar la mayor prevalencia de la migraña en las mujeres que menstrúan, momento en el que los niveles de estrógenos se encuentran más elevados.

El aspecto diferenciador de este estudio en comparación con anteriores que ya habían vinculado a las hormonas con la migraña, se encuentra en la evidencia que recabó en cuanto al papel de las hormonas sexuales para modular la señalización de los nociceptores. En las conclusiones de la investigación se detalla: “esta modulación aparece mediada por la acción de estas hormonas en los canales de thermoTRP, como TRPV1, TRPA1, TRPM3, TRPV4 y TRPM8, y probablemente otros que aún no se han investigado. Las hormonas sexuales pueden regular la expresión de estos canales, y actuar a nivel transcripcional a través de la activación de vías de señalización intracelulares que sensibilizan su actividad”.

Según precisan, “comprender el papel de las hormonas sexuales que modulan el sistema somatosensorial y desentrañar su impacto en la excitabilidad del nociceptor a largo plazo que subyace al dolor crónico allanará el camino al diseño y desarrollo de terapias nuevas y más eficientes que tengan en cuenta las diferencias sexuales en la percepción del dolor”.

Los investigadores advierten que es necesario realizar nuevos estudios longitudinales que aborden esta temática, y en los que consideren que el factor hormonal puede no ser el único en determinar el dimorfismo sexual en el dolor de migraña.

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